En el ambiente urbano es frecuente asistir a podas drásticas de las arboledas. Los efectos de estas operaciones son negativos no solo para el paisaje.
El trasmoche consiste en la drástica reducción del tronco y de las ramas principales en las proximidades de éste. Tal operación es una de las principales causas de las malas condiciones en que se encuentran muchos árboles ornamentales. El corte del tronco trasmochado queda sin defensas y de esta forma los tejidos comienzan a morir desde la superficie del corte hacia el interior. Aparte, la corteza queda expuesta a los rayos solares, con un excesivo aumento de la temperatura de los vasos del floema más superficiales que se dañan seriamente. El trasmoche es por esto una operación que debe ser evitada siempre que sea posible. En el caso en que no existan alternativas, se deberá operar en el modo de reducir al máximo posible los daños para la planta.
Los datos relativos a los efectos del trasmoche son, sin embargo, de carácter prevalentemente prácticos y empíricos, mientras que los resultados de la investigación son limitados a causa del tiempo necesario para la obtención de resultados precisos y de la financiación económica necesaria.
Los resultados obtenidos en un experimento plurianual realizado por la Fondazione Minoprio en plantas de Arce blanco (Acer pseudoplatanus) sometidas a diferentes tipos de poda parecen interesantes. Los resultados indican que las consecuencias de las podas dependen en gran medida de la tipología de las intervenciones llevadas a cabo sobre el árbol. Las técnicas, como el trasmoche, que quitan la yema apical sin dejar y/o asentar un vástago que pueda convertirse en la nueva rama principal llevan a un desarrollo mayor de los chupones que a menudo resultan codominantes. Éstos crecen rápidamente produciendo una gran área foliar en el intento de superar la competencia de los chupones próximos y por esto desarrollan hojas muy anchas, pero muy sutiles, y ricas en clorofila, para maximizar la asimilación de carbono cuando las condiciones ambientales no son limitantes. La desventaja es que esta estructura morfo-funcional modificada a causa de la reducida masa foliar específica es muy susceptible a los diferentes tipos de stress, bióticos y abióticos. En cierta medida, la poda hace retroceder a la rama podada a un comportamiento más pionero que sin embargo resulta menos tolerante a los stress ambientales, como evidencia la alta frecuencia observada de troncos secos que han sido trasmochados. Los vástagos de yemas adventicias o latentes que se desarrollan a partir de este tipo de corte resultan unidas a la rama de forma más débil, produciendo según avanza el tiempo mayores problemas de estabilidad.
Al contrario, otros métodos de poda modifican de manera menor la estructura y la fisiología del árbol, o porque mantienen un brote apical y por tanto no alteran la dominancia apical, como la poda de retorno, o porque se eliminan las ramas en la inserción con el tronco, con el desarrollo de los chupones en la parte interna de la copa donde son poco competitivos por la escasez de luz, como en el caso de la poda de formación. En conclusión el estudio ha demostrado que, mientras el trasmoche lleva a profundos cambios en la estructura y en la fisiología de la planta, técnicas como el corte de retorno o el corte de formación suponen un menor grado de daño y son por tanto recomendadas para garantizar una mayor salud y, probablemente, una mayor longevidad de la planta, considerando también el hecho de que los árboles urbanos durante su vida sufren numerosas podas y por tanto sufren repetidamente los efectos y las alteraciones morfo-fisiológicas de tales intervenciones.
La afirmación de que no hay reglas “fáciles y rápidas” que definan cómo y cuándo debe ser podado un árbol, se explica perfectamente con la idea de que la realización de estas operaciones nunca debe ser superficial como sin embargo se ve en nuestros árboles que, por desgracia, se encuentran en las más deplorables condiciones a causa de malas intervenciones, a menudo seguidas a lo largo del tiempo. Las diferentes especies reaccionan de manera diversa a las podas y la literatura revela que en muchos casos las condiciones ambientales y la historia del árbol también influyen en estas diferencias.
Los efectos negativos de las podas indebidas deberían tenerse muy en cuenta cuando nos encontramos en situación de trabajar con árboles en ambiente urbano y probablemente deberían utilizarse diferentes técnicas de gestión del arbolado urbano.
Uno de los problemas más grandes es la escasa formación del personal de muchas empresas que se ocupan del mantenimiento del arbolado urbano. Por esto, es fundamental la formación tanto de los operarios como, sobre todo, de los técnicos municipales (las empresas no trabajan por iniciativa propia, sino por contratos públicos o privados) sobre temas que engloban las arboledas urbanas y hacer obligatoria la asistencia a cursos de formación y actualización. De esta forma, también se evitarían las caídas de árboles y ramas durante temporales que suponen tanto riesgo para la seguiridad de personas y mobiliario urbano.
Fuente: Revista Arbor, 2013, 35: 18-21. Francesco Ferrini
Foto principal: Plátanos de sombra podados drásticamente en una vía urbana. Isaac Sanz