Alto precio para los Espacios Naturales Protegidos

El uso intensivo de los senderos naturales pone en evidencia el impacto ambiental de las actividades recreativas en los espacios naturales protegidos.


En los últimos tiempos se ha generalizado el concepto de naturaleza y deporte como un conjunto. Cada vez son más las personas que visitan espacios naturales protegidos con el único propósito de realizar actividades deportivas o de recreo al aire libre. En todos los espacios naturales protegidos existen senderos históricos o simplemente recorridos más famosos que representan los itinerarios tradicionalmente utilizados con mayor frecuencia, tanto por población local como visitante. Muchos de ellos son senderos de unos pocos kilómetros y de una dificultad apta para todos los públicos por lo que la afluencia de usuarios es considerable.

En general, estos senderos soportan una intensa actividad de carácter recreativo, multiplicada los fines de semana, que varía desde el paseo familiar al entrenamiento deportivo, pasando por el senderismo individual y en grupos, así como el tránsito en bicicleta de montaña.

Sendero acondicionado con piedras del lugar para evitar la erosión del paso continuo de visitantes y la escorrentía. Parque Nacional de Gran Paradiso. Alpes Italianos. Autor: Isaac Sanz

Además, se añaden las carreras de montaña que con carácter anual se celebran en muchos de estos espacios naturales protegidos. En estos casos, se concentran en la jornada correspondiente un gran número de participantes más los organizadores y el público asistente.

Carrera de montaña que concentró a 800 corredores en el Parque Rural de Anaga (Islas Canarias). Fuente: El Diario de Avisos

Los recorridos de todas estas carreras buscan lugares difíciles y aislados que hagan más atractiva la competición, internándose para ello en las zonas de mayor valor de los espacios naturales protegidos. El problema es que concentrar a miles de personas en pocas horas en lugares muy sensibles puede provocar graves impactos (erosión, daños a la vegetación por el pisoteo, ruido, perturbación de la fauna), máxime cuando estas pruebas, por la climatología, se realizan en las épocas de reproducción y cría de las especies animales y de dispersión vegetativa de la flora.

En muchos de estos espacios naturales protegidos, el elevado volumen de tránsito está provocando niveles de afección irreversibles de forma natural. Así, se pueden localizar acanaladuras longitudinales, erosión a diferentes niveles, exposición de raíces al pisoteo, pérdidas de sección horizontal y aparición de atajos, entre otros efectos.

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Los científicos concretan que las zonas más afectadas por los “procesos erosivos derivados del pisoteo” son las sendas sobreutilizadas, las áreas de fuertes pendientes, los pastizales de alta montaña, los suelos de los entornos de lagunas y charcas y los suelos húmedos y turberas . Igualmente, al realizarse la mayoría de estas actividades en la época de primavera y verano, coinciden con la época de cría de numerosas especies de aves y anfibios que en la mayoría de las ocasiones acaba con la pérdida de las puestas de huevos y el abandono de los nidos.

Ante este tipo de situaciones, se debería imponer la necesidad de inventariar y  restaurar los senderos con este tipo de afecciones, realizando unas mínimas actuaciones de conservación y mantenimiento de los mismos. En cualquier caso, es necesario poder compatibilizar el derecho a transitar y disfrutar del entorno con la obligación de conservar la naturaleza por las administraciones competentes, las mismas que anteriormente declararon a ese sendero como parte de un Espacio Natural Protegido.

 

Ejemplo de conservación de turberas en un sendero de uso intensivo.Pasarelas de madera colocadas para evitar el pisoteo directo sobre el suelo. Parque Nacional de Connemara (Irlanda). Autor: Isaac Sanz

 


Foto principal: Pérdida de cubierta vegetal y erosión del suelo debido al uso intensivo de la ruta de acceso a la Laguna Grande de Peñalara en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Autor: Isaac Sanz.

 

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