El Observatorio Pirenaico de Cambio Climático ha presentado un informe en el que se analizan algunos cambios que se están produciendo en los Pirineos, desde el incremento de la temperatura, hasta sus consecuencias socioeconómicas, pasando por todos los factores que intervienen y analizan las proyecciones futuras para la cordillera pirenaica, aunque aquí hemos querido centrarnos en el papel de los bosques.
En 2010, se lanzó el Observatorio Pirenaico del Cambio Climático de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CTP). Desde entonces ha trabajado analizando la vulnerabilidad al cambio climático de las distintas poblaciones, sectores sociales, económicos y naturales en ambas vertientes del espacio pirenaico transfronterizo.
Con este informe, se ha pretendido recoger las bases científicas sobre los posibles impactos del cambio climático y su repercusión en este territorio. En él han participado alrededor de 100 científicos y expertos de referencia provenientes de ambas vertientes de los Pirineos.
Los primeros resultados concluyen lo mismo que otros estudios realizados en territorios similares: las zonas de montaña están experimentando aumentos de la temperatura superiores a las zonas más bajas y por tanto los impactos que se puedan generar son más intensos.
El clima en los Pirineos
Gracias al estudio de depósitos glaciales, fluviales y lacustres entre otros, se ha podido extender la escala de observaciones del clima y, de esta manera, reconstruir los principales cambios climáticos en los Pirineos en el pasado.
La tasa de aumento de temperatura durante el siglo XX es superior a la de las transiciones glacial/interglacial y a los cambios vividos durante el Holoceno.
Entre 1949 y 2010 la temperatura media en los Pirineos ha experimentado un claro aumento, aunque el calentamiento no ha sido ni constante ni regular.
A partir de los años 80 las anomalías positivas fueron sistemáticamente ascendentes hasta la actualidad. Este aumento de la temperatura durante los últimos 60 años (1949-2010) ha sido general en toda la cordillera de los Pirineos, con pocas diferencias entre la vertiente norte y la vertiente sur, y más marcado durante la estación estival.
Por lo que respecta las precipitaciones, se observa un predominio hacia el descenso de los volúmenes anuales debido sobre todo al descenso durante las estaciones de invierno y verano. El indicador climático para la precipitación muestra una tendencia a la disminución de las precipitaciones del orden del 2,5% por década en los últimos 60 años (según datos de 1949-2010).
El valor de esta tendencia presenta una gran variabilidad de año en año, e incluso entre décadas. En cuanto a las diferencias territoriales, la disminución de la precipitación anual ha sido mayor en la vertiente sur que en la vertiente norte.
El análisis de la evolución del manto de nieve durante el último medio siglo presenta complicaciones, dado
que no existe una serie temporal de datos históricos suficientemente continua y robusta. No obstante, y a partir de las serie de datos provenientes de la red de balizas de la vertiente sur, se ha identificado un descenso estadísticamente significativo del manto de nieve en este sector desde 1950 hasta nuestros días.
Los principales modelos climáticos coinciden en una intensificación del calentamiento global en las próximas décadas y de manera especial en las zonas de montaña. Esto podría suponer una intensificación de la variabilidad climática y de las tendencias hasta ahora identificadas.
En cuanto a la evolución futura de las precipiaciones, no se han obtenido cambios significativos a lo largo del siglo XXI. Si bien, apuntan a un descenso significativo del espesor de nieve a pesar de la fuerte variabilidad interanual.
La fauna cambiará sus destinos de verano
Con el aumento de las temperaturas, es previsible que la fauna responda cambiando su distribución hacia zonas más altas en busca de las condiciones climáticas adecuadas para su desarrollo.
El movimiento de animales y plantas en busca de condiciones climáticas adecuadas podría influir en la conectividad de los espacios naturales de los Pirineos. Es probable que algunas áreas protegidas, que hasta ahora se encontraban interconectadas a través de corredores naturales o artificiales, resulten aisladas para ciertas especies que no toleren las nuevas condiciones climáticas de los corredores.
Los efectos del cambio climático sobre la interconectividad podrían ser especialmente notables en espacios protegidos con presencia de especies endémicas con poca capacidad de dispersión o muy especializadas. Por otro lado, el desplazamiento de animales y plantas en busca sus condiciones climáticas idóneas, puede hacer que se desplacen hacia zonas ubicadas fuera de las áreas actualmente demarcadas como protegidas.
¿Y los bosques qué pintan en todos estos cambios?
El calentamiento global altera el crecimiento y provoca cambios en la productividad de muchas especies de flora. La respuesta de las plantas de montaña a las condiciones extremas puede llevarlas a situaciones críticas si estas condiciones se acentúan. Asimismo, el calentamiento global y los cambios en los usos del suelo están modificando la diversidad y la distribución de muchas comunidades vegetales y especies forestales en los Pirineos.
La combinación del cambio climático y del abandono progresivo de las actividades agropastorales en montaña está alterando la composición y estructura de los bosques pirenaicos. Sin embargo, existe una fuerte variabilidad espacial y temporal en estos procesos y los cambios no siempre siguen patrones bien definidos.
El abandono de los pastos de alta montaña en combinación con el calentamiento global está provocando que la cobertura arbolada recolonice las zonas de pasto abandonadas.
Estos cambios pueden tener efectos en la productividad de los bosques y en su capacidad para fijar el CO2 atmosférico a través de la fotosíntesis.
En las zonas de los Pirineos donde la disponibilidad de agua sea suficiente, la productividad de los bosques podría aumentar como consecuencia del cambio climático. Sin embargo, es probable que el mayor número de olas de calor y sequías previstas para las próximas décadas limite la disponibilidad de agua en el suelo, reduciendo tanto la productividad como el estado de salud de muchos bosques pirenaicos. El aumento de los fenómenos extremos (tormentas, incendios) y la mayor prevalencia de plagas podrían influir negativamente en la capacidad de los bosques para actuar como sumidero de carbono.
La gestión forestal y el sector maderero juegan un papel fundamental en la atenuación de los efectos del cambio climático, puesto que ayudan a mejorar el estado de salud de los bosques aumentando así su resiliencia al cambio climático.
Los eventos climáticos extremos como las sequías, lluvias extremas y olas de calor influyen en el estado de salud de los bosques. Además hay que sumar el efecto de los agentes patógenos sobre estas masas forestales, teniendo en cuenta que están llegando y se prevé que lleguen nuevas plagas de especies exóticas.
En los últimos 20 años se ha observado una mayor incidencia de plagas en los bosques coincidiendo con los años en los que las sequías, olas de calor y precipitaciones extremas han sido más persistentes.
Además, estos cambios podrían influir sobre la capacidad de los bosques para protegernos de algunos riegos naturales típicos de las zonas de montaña. A menudo favorecen la protección de la población e infraestructuras frente a los riesgos naturales, como avenidas, desprendimientos o avalanchas. Este papel podría verse afectado por los efectos del cambio climático en las masas forestales.
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El informe finaliza con unas conclusiones a modo de decálogo de las que yo destacaría las siguientes:
- Prever cambios irreversibles del paisaje. El cambio climático está acelerando el proceso de degradación de algunos paisajes iconográficos como los glaciares, los lagos o las turberas de alta montaña. Esto y otros cambios ambientales como los cambios en la distribución de algunas especies de animales, bosques y vegetación alpina, a menudo actúan en sinergia con la acción humana como los cambios en los usos del suelo, generando alteraciones a menudo irreversibles en los paisajes típicamente pirenaicos.
- Considerar la posible pérdida de biodiversidad y los cambios en los ecosistemas. Los ecosistemas pirenaicos, caracterizados por una alta riqueza de especies endémicas con estrechos rangos de distribución, requisitos específicos de hábitat y capacidades limitadas de dispersión, son particularmente vulnerables a las variaciones de las condiciones climáticas.
- Hacer frente a la mayor difusión de enfermedades, plagas y especies invasoras. La eventual modificación de las áreas de distribución y la mayor susceptibilidad a causa del estrés climático pueden generar cambios en los patrones de distribución y difusión de las enfermedades más comunes, así como un mayor riesgo de expansión de enfermedades emergentes y raras hasta la fecha. Por otro lado, estos cambios podrían fomentar el establecimiento de nuevas especies exóticas en los Pirineos, facilitando su transporte y posterior asentamiento a través del establecimiento de condiciones climáticas favorables para su desarrollo.
Fuente: Informe del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático. Puedes consultar el informe completo en el siguiente link.
Foto principal: Angham Daiyoub